martes, 6 de octubre de 2009



Tus ojos avivaron la chispa,
y el incendio de nuestros cuerpos
se adivinaba;
El rojo intenso relucía en los pensamientos
y crecía como una llama sobre papel.


El espacio que nos separaba,
nos unió;
y solo éramos tu y yo.
El mundo desaparecía, alrededor nada;
nuestras almas desnudas...


Lentamente, cuidadosamente,
tu cuerpo, que no de piedra ni oro bruñido,
que no era agua de riachuelo,
que no fue sombra de mentiras,
me desnudaba con sus besos...
me dibujaba con su lengua
y me torturaban sus suspiros.


Solo tu cuerpo y el mío, y las almas tras la puerta.


Lento y tórrido, cálido y mágico;
Tus piernas, los ojos;
tu vientre, la espalda;
tus pechos y el cuello;
eran "braile" para mis manos de ciego.


Los ecos jadeaban nuestros susurros;
Las paredes gemían, incluso.
Tu dentro de mi;
Yo dentro de ti. (Cada segundo más)
Solo dos cuerpos, dos cuerpos solos.


Sofoco, resoplos;
Sudor y un clamor creciente.
Silencio.


Tras la puerta se oyen las almas llorar,
pero en los menesteres que de amor no son,
no están convidadas.



Genís

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