domingo, 8 de agosto de 2010


Tu injuria audaz,
es negra sombra de cuervo
desgarrandome los ojos.

Dolor que borbotea
en las lágrimas del silencio.

Mi infortunio, mi condena:
la nube donde retozas,
tan lejos que muere todo.

Sangre viva en los valles
y la ausencia me acaricia,
grietas de vida y locura.

Ciego y amarrado, a mi alma
abrazado; brotes de luz
fallida, al mirar en rendija
de la oscuridad y sonrisa.


VèciL!

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