domingo, 27 de septiembre de 2009



La Luna hundida en la noche,
la Luna y estrellas. Y las olas
tocando la melodía que abría
los tímpanos de nuestra alma.
Las estrellas pintando el cielo
acorde con tus ojos lucientes;
Un faro revelador y solitario,
indicando nuestra huella al infinito.
Nuestros ojos, solo eran uno;
Nuestros labios, solo un beso.
Lágrimas camufladas en alegrías,
radiantes en un disparo de luz fulgurante.
Y en ese rincón se terminaba,
el mundo que nos rodeava, evaporado
en una luz agitada, en una Luna
hundida y estrellas centellantes. (Y tus ojos)
Un antítesis chillona se mostraba
ante mis ojos, una vista pulcra
gozaban mis retinas. (Que también, las tuyas, eran)
Blanco y negro en armonía plácida.
Contemplando des de el peñasco
crudo y verde, las emociones se
escapan entre el agua, cristal
movido, abriendo la silueta del firmamento.
¿Qué es más mágico que este
este brevaje de Luna y tus ojos?
La brisa azul buscaba, entre tu pelo,
algo que solo se encuentra en mi corazón.

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