Emanan, de los húmedos pétalos
que abrazan los dientes del rocío,
cual manto, en la noche ignómica,
las lágrimas perla, perfume de rio.
La lascivia de tu mirada desnuda,
impune, desvela el fulgor lunar;
tétrica puerta de nacimiento del ser,
poder sensual y savia jugosa de mar.
El fuego líquido, nítido y tísico,
albino de paladar en crepúsculo,
transita con ténue voz y huella seca,
los valles y el sexo del ósculo.
Al fin, las abejas carnívoras de miel,
con dulce aroma y dardo famélico,
penetran ávidas el suculento templo;
¡adios canción de cama, anocher bélico!
....genís....
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