lunes, 12 de abril de 2010


Vapor de tristeza,
nubes de polvo grís;
lluvia de fuego...
arena mezclada,
entre la dudosa fe
de una lejana mentira.

Senderos de llanto,
cárcel de las rutinas.
Burdel de la ansiedad,
triste canción en ruïnas,
demabulante insonora.

Sueños que escapan
amortajados en papeles
tintados de azul.

Es tan efímero...
como el sucio sonido
y suave de un beso;
mundano y desentonado,
como la algidez fingida
de un orgasmo comprado.

Mi alma no se esconde,
ocupa otros alientos
menos punzantes;
mis poemas ya no lo son,
también andan por ahí
escondidos en la fragilidad
de una puerta de cristal.

Mis versos, tristes desventurados,
corren sin amor,
sin amar, deshuesados.
Ya no hay poesía
en mis letras embriagadas;
tan lejos la poesía es muda.

Vil insulto un poema olvidado,
crímen, si no es leído.
Y estas letras ya se escriben
con homicida intención.

Solo reservo un rincón iluminado, aún,
refugio de tus labios
que mueven cual luna las mareas
si ven que tornas exhultante
de las nieblas del olvido
entre fulgores de nostalgia.

genís

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