domingo, 17 de enero de 2010



¿Es que el hielo que quema
en mi garganta, moribunda,
puede congelar el amor, también?

¿O el viento que arrastra altivo
los pesares de cada suspiro,
ha usurpado tus palabras de amor?

No es temeroso mi llanto,
ni alentadora la voz que alivia
los tullidos y oscuros lares de mi corazón.

No es el beso de cortesía
quien muda el color de este cielo
de otoño que anhela calma.

Tansolo el estruendo
de un amanecer en tu boca,
de un rayo de alegría
morando tus valles oculares,

es un verdugo propicio
a silenciar en la cripta del olvido
la nostalgia de otros ayeres.
GeNíS

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