viernes, 1 de enero de 2010


Me mata de amor
el efluvio desmandado
que trepa, llenando
de vida, júbilo y regocijo,
las parédes de los anhelos
más lánguidos y húmedos,
que aletean en mi alma.



Escindida y desechada,
perece perdida y pidiendo penitencia,
la llama del amor caduco
en los labios de la primavera tardía;
aunque ígnea,
de flor candente y color
de averno vehemente,
la hoguera de la pasión
y del amor verdadero, irradia,
esta noche pintada por un demiurgo.



Y cuando la última gota
estalle eufónica en los ojos
de la verdad pintada en colores;
diré las palabras que solo queman
en la piel de los cobardes: "te quiero”



GENÍS

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