jueves, 28 de enero de 2010



Noble alcázar, el medievo
fue a tus pies lágrima hechizada;
con gracia albergaste
en tu baluarte, tristes caras.


Te yergues sobre mar colindante,
y el peso de los días,
prende y embelesa cual hechizo,
bajo una tela estrellada.


Cautivas miradas en la oscuridad,
y las olas rompen en música
que destapan los nobles acantilados,
estuche de nuestros enigmas.


Des de tu lecho de fina arena,
narrado a la voz de un faro,
se entrevé con la brisa pescadora,
los anhelos de un viejo pasado.


Y esa llovizna exigua que limpia
tus retinas y refina tu paso,
moja nuestro andar apresurado
en un baile de enamorados.


G.G.G

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