lunes, 9 de noviembre de 2009


El hielo de tu mirada me abofetea,

senil, colgado de mi corazón vacilante.


Un acantilado eclipsado, relegado

a nuestro paso, hace el amor, eterno,

con la noche que hierve alegre.


¿Es amor, el que entra en mi mirada,

e ilumina las soledades en mi alma?

¿Es deseo, quien florece en tus ojos,

de un desierto sin oasis?

¿eres tu?


Escucho tus labios pavorosos,

rojos de atardecer parado, sol y luna;

Me arrojo al mar de tus pupilas azules,

en un vacío de extremos y colosos.


Rihela en mi pecho la estrella de tus

sueños, mis sueños no te encuentran,

sino busco más allá de mi realidad...


genís

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