El hielo de tu mirada me abofetea,
senil, colgado de mi corazón vacilante.
Un acantilado eclipsado, relegado
a nuestro paso, hace el amor, eterno,
con la noche que hierve alegre.
¿Es amor, el que entra en mi mirada,
e ilumina las soledades en mi alma?
¿Es deseo, quien florece en tus ojos,
de un desierto sin oasis?
¿eres tu?
Escucho tus labios pavorosos,
rojos de atardecer parado, sol y luna;
Me arrojo al mar de tus pupilas azules,
en un vacío de extremos y colosos.
Rihela en mi pecho la estrella de tus
sueños, mis sueños no te encuentran,
sino busco más allá de mi realidad...
genís
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