miércoles, 18 de noviembre de 2009



Reside la piel de otra poesía,
fuera del alma de poetas muertos,
donde muere y acaba otro nuevo día,
en el país de terrores e inciertos.


Se encontraba lejos su melancolía,
en los labios de mi futuro despierto
y las dunas arenosas de un desierto,
hacían de espejo en una noche fría.


El fulgor de tus latidos, aguardaba
en la cueva de mis deseos mojados,
las palabras nacientes de esta lava.


No salía número ni en los dados,
la mala fortuna, triste, me acosaba;
mecha mojada, tirar de ojos tapados.


genís

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