martes, 22 de junio de 2010


Las olas aún traen
ese cosquilleo consumido,
que se rompía como mil
espejos en gotas de tus ojos.

Aún, cavalgando sobre vientos,
como una muerte lúcida,
la madruga me recuerda...

me recuerda, el parpadeo
fulgurante que me atenazó
el corazón tan vilmente.

El silencio me ejecuta.

Tengo la crin en las maderas
del insomnio, mis temores
goteando esperanzas flácidas.

La condena deambula sola,
en el abismo de mi boca...

Mazmorras de espuma.

El cielo, salpicado
de esperanzas centellantes
convertidas en quimeras...

és lázaro de esta pena mía
que emana como espadas
que rompen mi piel desnuda.


GENÍSgg

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